Cuando era pequeña, caí en una bolsa de café
- Helena Hoyos Gomez
- 29 jul
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 1 ago
Crecí en París, pasaba mis fines de semana en la reserva del coffeeshop de mi padre con mi hermano, sentados sobre las bolsas de café y un poco más tarde detrás de la caja registradora. En efecto, pasaba mis fines de semana trabajando, al lado de los baristas, aprendiendo como utilizar la máquina y como hacer “latte art”, cuando no había clientes. Me encantaba.
En 2015, durante mi primer viaje a Colombia, descubrí las plantaciones de café en la finca del Café, ubicada en Santa rosa de Cabal, Risaralda. Descubrí todo lo que se esconde detrás del coffeeshop y lo que le permite existir. En 2019, en Santa Bárbara, Nariño encontré una comunidad, y entendí más los desafíos de cultivar café.

Entonces, cuando oí hablar de Innovakit, pensaba que el concepto de esta empresa es muy único, porque ayudan los agricultores a mejorar su producción, la calidad del café y ser más ecológico.
Durante mi tercer viaje a Colombia quería aprender el español, descubrir la gente de aquí y la vida cotidiana. Entonces pregunté a Innovakit y aceptaron recibirme.
Todo el mundo de la oficina se conoce y está amable, por eso la atmósfera es muy agradable.















